"En otras épocas casi no hacía falta la plata porque todo, todo lo que necesitábamos para vivir nos lo daba la Pachamama. Yo creo en cuatro dioses: el tata Dios, la mama Pacha, el hermano Inti, y la hermana Killa. A ellos les confío todo lo que necesito". Mónica Cruz tiene 43 años, tres hijos y se dedica al tejido. Ya no vive como en aquellos tiempos, pero todos los años hace el ritual del Día de la Pachamama en su casa con sus allegados.
"Yo ahora vivo con mi hermana y nos quedó la tradición de nuestra infancia. Cuando yo nací ya existía el pozo donde se le hacen las ofrendas a la Pacha. Todos los años hacíamos marcadas de chivitos, invitábamos a los vecinos a comer locro y hacíamos las ofrendas. Siempre se dejaba un vino enterrado y se sacaba la botella del año anterior, y nuestros mayores aseguraban que cuanto más tiempo pasaba, más rico estaba el vino ahí guardado", dice.
La vida ha cambiado y, según Mónica, tuvo que ver bastante con los cambios en el clima. Cuando la humedad ayudaba, en los terrenos familiares se cosechaba maíz, trigo, cebada, papa y toda clase de verduras.
Lo que ellos no tenían lo "torneaban" (trocaban) con los vecinos y de ahí tenían todo lo necesario para subsistir. Ella recuerda todo con lujo de detalles y cuenta sus anécdotas de infancia con los ojos húmedos y la mirada perdida en las piedras de la plaza de Amaicha del Valle.
"Esta noche (por el domingo a la noche) vamos a estar en la casa de los Andrade compartiendo la comida con las familias amaicheñas y con la gente que nos visita. Pero un rato antes de que salga el sol nos vamos para mi casa para hacer todo el ritual, un poco más íntimo, pero igual que el que recordamos de nuestros abuelos", cuenta.
Aunque no se reconozca como una especialista en el tema del ritual, todos los 1 de agosto Mónica y su hermana sacan la piedra que tapa el pozo y ensayan una lectura: si la humedad es suficiente y se imprime en la piedra, el año será próspero y traerá alegría para todos aquellos que aún viven de la tierra. "Pero es que, de una forma u otra, todos vivimos de la mama Pacha", concluye.